sábado, 24 de abril de 2010

Motivación a la lectura desde las aulas

El área de la lectura y la literatura es inmenso, cuando se intenta hablar de este tema uno nunca sabe por dónde empezar, porque hay varios tipos de lecturas, lectores, libros, autores, editoriales, precios, intenciones y objetivos de lectura, etc. Pero la importancia de fomentar la lectura, en especial en estos tiempos, ha dado como resultado un “boom” en la información a este respecto. En las últimas décadas han proliferado los artículos, programas, congresos, encuentros académicos, etc., en torno al tema del fomento a la lectura, y la formación de lectores en especial en niños y jóvenes. Teresa Colomer incluso asegura que “en realidad todo el mundo está tan interesado en dirigirlos a la lectura utilitaria, que en Estados Unidos se llegó a poner en marcha un programa privado que pagaba dos dólares a cada alumno por libro leído”, no menciona si esto dio resultado, pero dudo que el dinero sea un medio eficaz para fomentar la lectura, sin embargo como dice Quevedo “poderoso caballero es don dinero” y ¿a poco no qué coraje? mientras nosotros tenemos que pagar para leer, ahí les pagan por leer.


Por otro lado, la información que hoy en día se tiene sobre este tema es muy amplia, pero también muy limitada en cuanto a su difusión y adquisición. Sin embargo, el sólo hecho de que se esté haciendo algo por el fomento a la lectura es ya de por sí un avance, sobre todo porque no sólo se ha logrado que el gobierno de diferentes países, incluido México, le estén dando impulso a diferentes programas con este fin, sino porque se han vuelto los ojos a todos los involucrados en este tema y que no son única y exclusivamente los docentes, a quienes por varios años se les culpó del rezago educativo y de la falta de interés de los niños y jóvenes por la lectura. Esto no es del todo mentira, en gran parte los docentes han contribuido y lo siguen haciendo a distanciar a los alumnos hacia la literatura y hacia la lectura placentera, y es que siendo realistas muchos maestros ni siquiera leen, y mucho menos saben qué es leer por placer; pero decíamos que hay otros involucrados, como los padres de familia, los bibliotecarios, los vendedores en las librerías, los estudiantes de literatura, los promotores culturales, los editores y también los propios escritores. No obstante, en esta ocasión quisiera enfocarme en el papel del maestro como principal iniciador y motivador a la lectura.
El maestro de preescolar y de primaria tiene, entre sus muchas actividades, la ardua tarea de iniciar a los niños en el conocimiento de las primeras letras, pero aún antes de eso, los involucra en el mundo de la narración a través de los cuentos que en el salón de clase relata, y es a través de esas narraciones como los niños tienen sus primeros acercamientos al mundo literario. Posteriormente el niño adquiere la capacidad de leer por su cuenta y es ahí donde el docente juega un papel muy importante como mediador entre el niño y la lectura, porque mucho depende de los libros y las lecturas que el maestro proporcione a sus alumnos y del acervo con que éste cuente en su biblioteca en el aula, pero también el tiempo que le dedique a la lectura en el salón, el entusiasmo con que él lea y les contagie ese gusto por la lectura. Muchos son los factores que influyen, pero no cabe duda que esta etapa es crucial para la iniciación a la lectura porque de alguna u otra manera marca una gran diferencia entre el gusto o el rechazo por ella.
Posteriormente en la secundaria el papel de motivador de la lectura se le delega, por lo general, única y exclusivamente al maestro de Español y en el bachillerato a los de Literatura, como si la lectura fuera una actividad exclusiva de estas dos asignaturas y como si no beneficiara la capacidad cognitiva del alumno en todos los niveles. Sin embargo, dejando a un lado la apatía y falta de interés de docentes de otras áreas mejor centrémonos en la del propio profesor de literatura o Español, porque en muchas ocasiones el verdadero problema reside en ellos y no tanto en los alumnos; una posición cómoda o justificadora es decir “los alumnos no leen, son flojos y con la tecnología de hoy en día es mucho más difícil que lean, son un caso perdido”, hasta llegan afirmar algunos profesores, lo anterior es una forma de negar no sólo la capacidad de los alumnos, sino la del mismo profesor para incentivar y motivar al alumno a la lectura. Es verdad que no todos terminarán siendo asiduos lectores, pero si no se hace ni siquiera el intento y se parte de ideas o creencias pesimistas, el resultado por lo tanto, no puede ser otro.
Regresando al papel del profesor de literatura notamos que muy pocos de ellos se preocupan por actualizar sus lecturas, conocer más y adentrarse aun más en el vasto mundo literario, porque las lecturas son infinitas, no se trata de que lo sepa todo, pero tampoco que sólo conozca lo básico y de a leer únicamente lo que él conoce (que por lo general son sólo algunos de los textos clásicos) negando el otro universo de posibilidades que existen. Hoy en día con las Reformas en boga en la educación en todos los niveles, entre otras muchas características, un maestro competente debe “Incorporar nuevos conocimientos y experiencias al acervo con el que cuenta y traducirlos en estrategias de enseñanza y de aprendizaje”. En el área de literatura Rosenblatt afirma que “el docente realmente interesado en ayudar a sus alumnos a desarrollar un sentido vital de la literatura no puede, entonces, manejar fijos los ojos sólo en los materiales literarios que está tratando de ofrecerles” porque la personalidad de los alumnos es diversa, también sus gustos, motivaciones, aspiraciones y horizonte de expectativas; en especial para el lector adolescente, el deseo de comprenderse a sí mismo y de aprender sobre la gente, brinda una importante vía hacia la literatura, afirma Rosenblatt.
Por muchos años la enseñanza de la literatura estuvo limitada únicamente a la memorización de listas interminables de autores y obras representativas, así como de corrientes literarias y demás conceptos que no llevaban a nada más que al aborrecimiento de la disciplina literaria, porque muy pocas veces se tenía el acercamiento con el texto, por ello en las últimas décadas se ha llegado a la conclusión en materia de didáctica de la literatura que “todo el conocimiento que tenga el estudiante sobre historia de la literatura, sobre autores, épocas, periodos y tipos literarios, será una carga inútil si no se lo ha llevado primordialmente a buscar en la literatura una experiencia personal vital”. De ahí los nuevos enfoques basados en la teoría de la Recepción que se han trasladado hasta las sesiones literarias donde se presta mayor importancia al lector y no tanto al acumulamiento de información sobre el texto y el autor, este cambio de paradigma sin embargo, es poco conocido en México, mientras que en España los estudios en torno a didáctica de la literatura tienen un auge y prestigio muy elevado. De ahí que todavía tengamos en las aulas al profesor de literatura que satura a sus alumnos con información y datos sin acercarlos al texto en sí y a la activación del intertexto lector, a decir de Antonio Mendoza Fillola, que debe ser la finalidad de la lectura.
Para lograr esa empatía entre texto-alumno el profesor debe elegir textos adecuados y amenos para cumplir ese objetivo, por lo menos en los inicios, porque comenzar con una lectura de los clásicos, pienso que no sería la mejor opción si lo que se pretende es buscar lectores; seguramente más adelante, una vez enganchado al alumno-lector entonces los textos canónicos entrarán al aula con una mejor facilidad, pues muchas veces, como afirma Teresa Colomer, los profesores “culpabilizados y perplejos, coinciden en identificar la nueva situación (de la lectura) con una especia de barbarie en la que sus alumnos, sumergidos en las nuevas formas de cultura, se mantienen indiferentes al mensaje estético de la literatura canónica”.
La posición del docente de literatura a la hora de elegir que texto sí y cuál no, de ninguna manera es una tarea fácil, porque no sólo implica el conocimiento del mismo sobre los textos, sino que “esta necesidad de seleccionar de la literatura en su conjunto aquellas obras a las que se mostrarán más receptivos determinados alumnos, implica un conocimiento no sólo de la literatura sino de los estudiantes” (Rosenblett)
Definitivamente el papel del profesor de literatura no es nada sencillo ni cómodo como muchos piensan, porque se desprestigia y minimiza la labor de éste, incluso en muchas ocasiones, más de las que pensamos, la preparación profesional del profesor de literatura suele tener poca relación con las condiciones reales en el salón de clase, o peor aún, poca relación con el área de las letras; esto sucede por lo general como en el caso de Yucatán donde sólo hasta hace algunos años comenzaron a egresar alumnos de las licenciaturas en literatura o carreras afines, que si bien no necesariamente tienen una preparación pedagógica, sí tienen los conocimientos necesarios de la importancia de la lectura y la apreciación del texto literario. De ahí que tengamos a abogados, médicos, economistas, etc., como docentes de la materia, costumbre que no es del todo disparatada si pensamos que deviene de siglos atrás cuando la mayoría de los escritores o eran abogados o médicos por ser las únicas carreras que se podían cursar y que tampoco significa que sean malos maestros, pero la diferencia la hace, en definitiva la actitud del profesor y su propia motivación.
Para finalizar quisiera enfatizar que el éxito o fracaso del fomento a la lectura no recae en una sola persona, institución, programa, libro o autor, sino que son varios factores los que se involucran y tampoco creo que existen fracasos, simplemente hay ideas o propuestas que funcionan en determinados contextos y en otros no y lo que hay que hacer es buscar otros caminos o vía,s pero el fin que se persigue es el mismo, lo importante es hacer algo por muy ambicioso o pequeño que parezca, para atrapar lectores desde el salón de clases. No se trata tampoco de satanizar o idealizar la figura del docente de literatura, pero sí estar conscientes que tiene que darse el cambio en cuanto a didáctica de la literatura se refiere, las ideas, propuestas, teorías están ahí, hay que acercarse a ellas y llevarlas a las aulas, seguramente los resultados serán alentadores para maestros y alumnos porque la lectura la definió perfectamente Mariana Bernárdez cuando dijo que ha que: “Leer para bailar con el pensamiento, leer para lograr horizonte en el alma, para vivir a tiempo en el tiempo, leer para escribirnos, para no mentir sobre lo que se mira, leer para transparentar el ánima y ser más libres, y siendo libres ser más verdaderos”.

Texto leído: En el marco del día internacional del libro en la librería Educal.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Le agradezco enormemente que cierre su texto con una cita mía, estas cosas son las que dan sentido a la escritura, gracias, gracias, Mariana Bernárdez,

LETRAS EN EL AIRE dijo...

Encontrar frases sobre la importancia de la lectura y los libros es uno de mis pasatiempos favoritos y es un placer encontrar a personas que logran plasmar en palabras el placer o amor por la lectura, le agradezco sus palabras y es un gusto leerla. Saludos.